Nosotros, en nuestra sociedad occidental, consideramos que la familia nuclear es la base de todo y de la crianza. Sin embargo, la organización de mama-papa-nene-nena es una idea que desde el punto de vista del niño que hemos sido no es la mejor para garantizar el confort de los pequeños de la casa. Dos adultos son demasiado pocos para cuidar de un niño/a. Como mamíferos que somos, estamos diseñados para funcionar en manada o en tribus.
Hoy en día, tenemos alta consideración del enamoramiento y lo confundimos con amor. Al confundir ambos términos, cuando decimos que nos enamoramos en realidad lo que ocurre es que sentimos atracción sexual por el otro. Pero la atracción sexual no es amor, sino biología pura para poder copular y engendrar.
Al confundir enamoramiento y amor, nos emparejamos y creamos la familia desde la atracción sexual (interpretada como amor) y desde lo que necesitamos del otro. Es decir, nos emparejamos desde la fantasía de lo que el otro nos va a dar (admiración, cuidado, acompañamiento….).
Desde eso que necesitamos del otro, formamos una pareja con unos acuerdos reales pero invisibles. Al nacer el niño, esos acuerdos ficticios se rompen o entran en crisis, ya que el niño es la prioridad pero los adultos están todavía intentando saciar sus necesidades no cubiertas en la infancia. La manera de manifestarse esta crisis o el mal funcionamiento del sistema pueden ser muchas: niños continuamente enfermos, crisis de pareja…
El sistema ideal de crianza sería aquel en que dos adultos maduros deciden tener una relación de amor en la que cada uno decide acompañar al otro en su propio despliegue personal y estar disponible para ofrecerle eso que el otro necesita. En este ideal, al nacer el niño, la madre se va fundir en la fusión con el bebe a la vez que es sostenida por el papa y todos un grupo de personas que el papa va a proveer. Ambos saben que la prioridad es el niño
Post de Izaskun Marañon, psicóloga – Grupo Biografía Humana Zarautz.
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